domingo, 23 de octubre de 2011

Alcohol, tabaco y 3D


Por si estuvieron viviendo en una burbuja este último año, les cuento que se estrenó una película llamada Avatar que recaudó una buena cantidad de dinero en los cines y logró hacer explotar finalmente el fenómeno del cine en 3D que había comenzado con IMAX. Muchas de las películas más importantes ya están siendo filmadas en 3D y si se fijan en cualquier sitio de estadísticas, verán que (con excepciones, claro) son las más taquilleras del año, por una simple razón: más allá de que vamos, la tecnología es alucinante, el 3D vuelve a ofrecer un motivo para que vayamos al cine en lugar de esperar a que salga el DVD. Pero el boom está trascendiendo al cine: si ven partidos de la Copa del Mundo ya fueron bombardeados con la propaganda de una TV en 3D y dos semanas atrás Nintendo presentó en la E3 la futura 3DS, consola portátil que ofrece juegos y video sin la necesidad de anteojos.

Soy de los que no puede esperar el lanzamiento de la consola y no mantengo una postura similar en cuanto a una TV en 3D por la simple razón de que excede (ampliamente) mi presupuesto, pero resulta que tras la presentación Nintendo emitió un comunicado informando que su utilización por parte de niños menores de siete años puede ser peligrosa. Y tras lanzar una nueva línea de televisores 3D de alta definición, Samsung emitió otro comunicado informando de los potenciales daños a la salud en algunos usuarios. ¿A qué se debe el problema?

La visión estereoscópica es la capacidad que tiene el hombre de “integrar las dos imágenes que está viendo en una sola por medio del cerebro”, el encargado de analizar estos datos y generar en consecuencia una imagen única tridimensional. Por la visión estereoscópica es que tenemos un “campo visual común a los dos ojos” y vemos naturalmente en tres dimensiones. Ocurre que el ser humano no nace poseyendo plenamente esta capacidad sino que es durante su infancia que sus ojos van perfeccionando la visión binocular y no es hasta aproximadamente los seis o siete años de edad que ya está más o menos libre del estrabismo, siendo este mal una desviación en “el alineamiento de un ojo en relación al otro” y en consecuencia una “falta de coordinación entre los músculos oculares” que “impide fijar la mirada de ambos ojos al mismo punto del espacio”, afectando la percepción de profundidad.

Lo que hacen las proyecciones cinematográficas en 3D con sus anteojos es similar a lo que generan los estereogramas, esas ilusiones ópticas que después de horas de mirarlas fijo y no ver más que ruido notamos que en realidad se trataba de un cuadro de Picasso. Esto es: forzar a los ojos a mirar de una manera no natural para de este modo percibir la proyección en tres dimensiones. Por esto es que muchas personas, al salir de ver una película en 3D, se encuentran ligeramente mareadas (a mí me pasó la primera vez, luego me “acostumbré”). De acuerdo a Mark Pesce, uno de los pioneros en Realidad Virtual, esta sensación de mareo es similar a querer “caminar normalmente bajo el agua”, pues durante un breve período los ojos deben reacostumbrarse a la visión estereoscópica natural. Pesce explicó que los daños a la salud son el motivo de que hace quince años fracasara rotundamente el proyecto de Realidad Virtual de Sega.
Ver una película puede no hacer mal a nadie, son sólo dos horas… salvo a los menores de siete años, que no importa el tiempo de exposición, pueden sufrir estrabismo (y hace una semana, cuando fui a ver Toy Story 3, a pesar de ser casi medianoche, la sala estaba llena de chicos). Además, siempre Nintendo hace juegos para niños, por lo que serán muchísimos los padres que compren a sus hijos una 3DS sin ver que en la letra pequeñísima quizás diga que puede ser perjudicial a la salud. En cuanto a los mayores, claro que una película puede no hacer mal a nadie, ¿pero una TV? Ver diariamente contenidos en 3D es otra cosa, ni mencionar una sesión maratónica en la PlayStation 3 con juegos tridimensionales. De por sí, después de estar mucho tiempo ante el televisor o el monitor de la PC nos arden los ojos, aunque sólo sea nuestra tradicional y anticuada pantalla bidimensional. Y el asunto es bastante simple: al mirar una proyección 3D somos forzados a mantener la vista fija de un modo diferente al natural por un tiempo prologando, no es nada más que eso. Lo cierto es que me quedaría un poco más tranquilo viendo algunos estudios de Sony o Nintendo que demuestren lo contrario


Fuente: Federico Erostarbe

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