martes, 25 de octubre de 2011

La visión de Amilcar Barca.

Amílcar nació en Cartago, hacia el año 275 a. C. en el seno de una familia aristocrática púnica, de la que según cuenta la tradición descendía directamente de Dido —Elisa—, fundadora de la ciudad púnica según la mitología cartaginesa. Es el fundador de la familia de los Bárquidas o Bácidas, que estará ligada tanto a la grandeza como a la derrota de Cartago, ya que en ella nació Aníbal, uno de los más grandes generales del mundo antiguo y porque con ellos en el poder se produjo la destrucción de Cartago.


Amílcar participó y tuvo una actuación destacada en tres guerras: la Primera Guerra Púnica, en la que fue enviado a Sicilia, en el año 247 a. C. y donde obtuvo algunas destacadas victorias terrestres, sobre todo en Lilibeo, en el extremo sudoeste de la isla. El Senado cartaginés le apoyó frente a Hannón, otro jefe de Cartago contemporáneo suyo y rival. Se supone que éste representaba los intereses de las clases terratenientes cartaginesas, mientras que Amílcar sería el candidato de los ricos comerciantes y navieros.


Los éxitos en tierra no fueron los deseados ya que el fracaso fue global como consecuencia de la derrota naval de las islas Egades (242 a. C.), en que, perdida la flota, los cartagineses no pudieron sostener las tropas de Sicilia, y tuvieron que pedir la paz.


La segunda participación importante fue en la revuelta de los mercenarios contra Cartago. Terminada la Guerra Púnica, un gran número de mercenarios pertenecientes a diversos países mediterráneos —iberos, celtas, baleáricos y principalmente libios—, se rebelaron porque el Estado cartaginés no les concedía la paga previamente fijada. La guerra, que se desarrolló en territorio cartaginés, fue cruel y, después de varias tentativas, Amílcar fue encargado de acabar con los sublevados, y lo hizo de manera implacable. Utilizando unos rudimentarios catalejos para crear su plan estrategico, y asi rodear sus fuerzas hasta aplastarlos, su clara vision del combate brillaba por encima de sus oponentes, aunque esta percepcion del entorno quedaba en un segundo plano, pues es famoso el hecho de haber dado la orden de condenar a morir aplastados por las patas de sus elefantes a varios prisioneros, en respuesta a otras escenas atroces ordenadas por los mercenarios.



Pero lo que de verdad le dio la fama y es por lo que ha pasado a la Historia, fue por haber dirigido las fuerzas que comenzaron la ocupación militar cartaginesa de la península Ibérica. Se dice que durante la invasion, Amilcar era capaz de dilucidar en perfectas 3D toda la geografia iberica, con tan solo mirar los sencillos planos de la epoca, gestionaba complejos algoritmos en su mente cartaginesa, que le dotaban de una ventaja en la batalla dificilmente superable.

Amílcar desembarcó en Gadir —Cádiz—en el 237 a. C. con un ejército compuesto básicamente de mercenarios libios. Le acompañaban su hijo Aníbal y su yerno Asdrúbal. Sus campañas duraron nueve años, hasta el 229 a. C., año en que murió en el curso de la campaña de sometimiento a las tribus levantinas de la costa y del interior.




Fuente: El Oraculo de Trisquel.

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